En medio de un paisaje árido de montañas, llanuras y picos escarpados, surgen las asombrosas arquitecturas de los Ksour.
Perdidos en medio de ninguna parte, semejantes a grandes colmenas color de roca, estos “castillos del desierto” (“ksour” es el plural de “ksar”) eran antiguamente puntos de encuentro para los seminómadas de la región que almacenaban allí sus cosechas protegidas de los saqueadores en cámaras superpuestas llamadas “ghorfas”. Algunos Ksour, como Chenini y Douiret, son pueblos encaramados en cimas inalcanzables. Sus “ghorfas” en ruinas se confunden con la cresta de las montañas y las viviendas están parcialmente excavadas en las paredes rocosas. Allí se sigue usando actualmente el idioma bereber. Más al norte, el paisaje se suaviza a medida que nos acercamos a Gabes, el gran oasis a orillas del mar.